Arrebato es una
obra de viajes constantes en la línea del tiempo, con un argumento enrevesado y
un final inquietante. En general es una cinta que exalta y explora al límite
las propiedades del cine; es un experimento propio de un clarividente, un mago
y artífice del séptimo arte. Pero también puede ser una obra pretenciosa,
circunscrita a un determinado momento histórico, cuyo análisis sociológico,
psicológico y estético revelan carencias que han destinado este filme al olvido general.
De esta pieza se ha comentado mucho. Se ha mencionado que es una de las obras maestras de la cinematografía española, que es una película de verdadero culto y una representación de lo que es el cine de autor. Arrebato es un filme de 1979 y en ello reside el valor intrínseco de la obra. Con limitaciones técnicas, Zulueta elabora un largometraje (su único filme de esta extensión) que con el paso de los años se ha revaluado.
El argumento no es complicado, pero sí lo es su presentación. La presencia perenne de los polvos hace que el propio público se
sumerja en una serie de imágenes hilarantes que Iván Zulueta ha propiciado para
los pocos y privilegiados espectadores. Zulueta, sin embargo, presentó una obra
tramposa. Es tramposa porque ha drogado al público: largas escenas de depresión
del sistema nervioso central; y breves y adictivos estimulantes. Es una lucha
entre depresores y estimulantes; una lucha entre el aletargamiento y la euforia;
es una ida y vuelta entre el argumento lineal y los puntos de fuga. No es ético
que un cineasta drogue al público sin su consentimiento, pero Arrebato no es una película moralista.
La película es una fábula sin
moraleja, como dijo en su momento Luis Martínez de El País. Lo mítico de esta pieza puede representarse en la
propia figura de Will More ―asociado con la movida madrileña― con su notable
actuación. Eusebio Poncela, protagonista de Arrebato, actúo en algunas escenas
bajo los efectos del opiáceo; no se diga al propio Willmore o a la sensual Cecilia Roth, todos ellos guiados por el heroinómano director. La parafernalia que encierra a este filme va muy
de la mano con el culto a lo oscuro, a lo estrambótico, a lo perturbador. Hoy, sin embargo, una mirada crítica podría ver por encima de esta representación clisé de Pedro (Will More). Pero también un ojo agudo percibirá que es una representación "no comercial" de una temática recurrente en el cine, cuyos ejemplos son harto reconocidos (Trainspotting, Réquiem for a Dream, Spun, Fear and Loathing in Las Vegas).
Arrebato es una obra cómica,
pero su gracia es oscura. A grandes rasgos, no puede ser más que un filme
aristocrático, críptico, para que únicamente los consumidores de heroína y
cocaína puedan disfrutar de una dosis extra. Es, además, una obra que sosiega y luego
sorprende con un arrebato final. Sin embargo, para el espectador casual puede
representar el primer acercamiento a estos narcóticos. El riesgo reside en la adicción.
Ficha:
Título original: Arrebato
Director: Iván Zulueta
Guion: Iván Zulueta
Año: 1979
País: España
Reparto: Eusebio Poncela, Cecilia Roth, Will More, Marta Fernández-Muro, Carmen Giralt,Luis Ciges, Antonio Gasset.